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Datos increíbles sobre bebés, leche materna y lactancia

Datos increíbles sobre bebés, leche materna y lactancia

Al igual que con el embarazo y el parto, puede ayudar que aprendas sobre la lactancia materna antes de convertirte en mamá. Pon a prueba tus conocimientos sobre lactancia materna al leer estos datos para ver lo asombrosos que son los cuerpos de las mujeres en realidad.

 

Los bebés amamantados por lo general se enferman menos.

La lactancia materna reduce los riesgos de infecciones del oído, diarrea y problemas estomacales.

Los niños amamantados presentan una tasa más baja de ciertas enfermedades durante su crecimiento.

Los bebés que no son amamantados tienen un riesgo más alto de asma, diabetes y obesidad infantil. Debido a que los afroamericanos corren mayor riesgo de sufrir estos problemas de salud, es importante reconocer los beneficios de por vida de amamantar a tu hijo.

Tu bebé puede olerte.

Los recién nacidos tienen un sentido del olfato muy desarrollado y conocen el aroma único de tu leche materna. Es por ello que tu bebé girará la cabeza hacia ti cuando tenga hambre.

Tu bebé puede verte de una manera cercana y personal.

Los bebés nacen extremadamente miopes, lo cual significa que solo pueden ver objetos a unas ocho a 15 pulgadas de distancia. Esa es también la distancia entre tu rostro y el de tu bebé al amamantar. De modo que cuando tu bebé encuentra tu mirada, es un momento de verdadera conexión.

La lactancia materna permite que tu cuerpo se recupere del embarazo y del parto más rápido.

Las hormonas que se liberan cuando amamantas ayudan a que tu útero vuelva a su tamaño original previo al embarazo.

La lactancia materna expone a tu bebé a muchos sabores diferentes.

La fórmula tiene un solo sabor. Pero a través de la leche materna, tu bebé eventualmente puede llegar a probar lo que sea que comas, aunque no de manera directa. Esto puede hacer que pasar a los alimentos sólidos sea más fácil cuando tu bebé tenga 6 meses.

La lactancia materna te beneficia a ti tanto como a tu bebé.

La lactancia materna ayuda a reducir el riesgo de cáncer de mama y cáncer de ovarios en las madres. La lactancia materna también puede ayudarte a perder peso. Las madres que amamantan de manera exclusiva pueden quemar hasta 600 calorías al día, lo cual puede ayudarte a volver a tu peso original antes del embarazo.

Tu cuerpo comienza a prepararse para la lactancia materna durante el embarazo.

Después de dar a luz, tu cuerpo recibe la señal final de producir leche, que generalmente es más de lo que un recién nacido puede tomar. ¿Por qué? Tu cuerpo no sabe si tienes uno, dos, tres, cuatro o más bebés que alimentar. Tu suministro luego se regula para satisfacer las necesidades de tu bebé (o bebés).

Antes de que baje tu leche, en los primeros días después del parto, tus mamas producen un líquido espeso, pegajoso y amarillento, a veces llamado "oro líquido".

Este líquido se denomina calostro y contiene el calcio, potasio, proteínas, minerales y anticuerpos que tu bebé necesita. Tu bebé necesita solo unas pocas cucharaditas para sentirse satisfecho y permanecer saludable hasta que tu flujo de leche aumente, unos dos a cinco días después del parto.

Tu leche materna cambia durante una sesión de lactancia.

Cuando recién empiezas a amamantar a tu bebé, tu leche tiene un color azulado acuoso. Hacia el final de la sesión de alimentación, tu bebé obtiene una leche más espesa y con mayor contenido graso, la cual le da a tu bebé las calorías que necesita para crecer fuerte y saludable.

La leche materna cura.

La leche materna está llena de componentes especiales que combaten infecciones y reducen la inflamación en las mamas. De modo que si te duelen las mamas en esos primeros días, masajear suavemente tus pezones y mamas con un poco de tu leche puede aliviar el dolor y acelerar la recuperación.