El dolor intenso llegó segundos después de escuchar el ruido de chasquido en mi pie izquierdo. En ese momento, supe que había lesionado gravemente mi pie solo por dar un paso con mis sandalias de taco bajo. En realidad la lesión no fue causada por el calzado que usé para ir a trabajar ese día, sino que el daño comenzó unos días antes. Compré botas nuevas para senderismo que supuestamente estaban diseñadas para los pies de una mujer. Lo interesante es que, más allá de tener colores más intensos, las botas se veían igual que las botas para hombres. Sentía dolor en los pies después de caminar o escalar durante un par de días en las Grandes Montañas Humeantes. Esperaba algunas ampollas por las botas nuevas pero no la tensión en el pie que sentí. Solo necesité una caminata de corta distancia con mi calzado habitual para desgarrar los ligamentos de la zona central del pie.

Queremos creer que las marcas que utilizan las mujeres están diseñadas para mejorar la función y la seguridad, no solo la apariencia. Desafortundamente, no siempre es el caso. Lo irónico de esta historia es que acababa de lanzar el programa iGIANT con debates en la Oficina para la Salud de la Mujer del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. el 2015 de julio, una semana antes de mi viaje de senderismo. iGIANT son las siglas en inglés de "impacto del género/sexo en innovación y últimas tecnologías". El objetivo del programa iGIANT es acelerar la puesta en práctica de investigaciones en productos, programas, políticas o protocolos específicos según el género/sexo. Por ejemplo, en atención médica, sabemos que los hombres y las mujeres pueden tener diferentes síntomas de una misma enfermedad y distintas respuestas a la terapia. La posibilidad de comprender estas diferencias puede mejorar la prevención de enfermedades y las estrategias de promoción de la salud.

Estas diferencias no solo tienen incidencia en la salud. Los resultados de varias investigaciones demuestran que los hombres y las mujeres interactúan de manera diferente con sus entornos. Esto se refleja en los informes de perfiles de seguridad, que indican que las mujeres tienen un 47 % más de probabilidades de sufrir lesiones más graves en un accidente automovilístico que los hombres. Este índice se debe a las diferencias en la fuerza del cuello, los asientos y las posiciones de los apoyacabezas.

Quiero que el programa iGIANT transforme la forma en que miramos y usamos nuestro entorno. Tómate un momento para pensar si la tecnología y la innovación que son parte de nuestra vida están diseñadas para realmente satisfacer las necesidades específicas de las mujeres o de los hombres. ¿Tus calzados y equipos deportivos, tu computadora o teléfono, el asiento de tu auto y, lo más importante, tus medicamentos y dispositivos médicos están realmente diseñados en función de la forma en que tu cuerpo se mueve, metaboliza o interactúa? Cuando compres algo, pregúntale a tu representante de ventas si está diseñado para satisfacer las necesidades de una mujer. Quizá no lo sepan, pero al menos se abrió la conversación al respecto. Con nuestras voces y tarjetas de crédito, las mujeres somos consumidoras poderosas.

Cuando empecemos a observar con criterio la manera en que el hecho de ser un hombre o una mujer afecta nuestro acceso a la innovación y nuevas tecnologías, y su uso, el mundo nunca volverá a ser el mismo. Una vez que comencemos a ver el mundo desde esta perspectiva, podremos desarrollar productos específicos según el género/sexo que mejorarán nuestro desempeño en el trabajo y la seguridad y calidad de nuestra vida. Les invito a que me acompañen a recorrer este proceso de iGIANT.

Las afirmaciones y las opiniones que aparecen en esta entrada de blog pertenecen a su autor y no necesariamente representan las opiniones de la Oficina para la Salud de la Mujer del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.