Perder a Iwona
Todos tenemos a esa persona en el trabajo que nos mejora el ánimo. En mi antigua oficina, esa persona era Iwona. Para mí, era más una hermana que una compañera de trabajo. Por ello, cuando me envió un mensaje durante una reunión que decía "es cáncer", me quedé sin aliento y me marché de la habitación para llamarla.
Se suponía que Iwona tendría una cirugía ese día para extirparle un fibroma grande. Los médicos creían que era la causa de los períodos dolorosos y el sangrado anormal que experimentaba. Sin embargo, cuando se preparaba para la cirugía, recibió la noticia: tenía cáncer uterino en etapa 4. Tenía solamente 44 años.
Iwona era una mujer fuerte y se hacía incluso más fuerte con su sistema de apoyo, que lo conformaban su esposo, su hija de 17 años y una gran red de amigos. Ella estaba lista para combatirlo, y también nosotros.
Los médicos programaron inmediatamente una histerectomía completa y luego comenzaron con quimioterapia. La acompañé muchas veces, y recuerdo cómo su energía y actitud me colmaban de esperanza. Sí, tenía cáncer, pero iba a vencerlo. Y luego de tratarla con quimioterapia por ocho meses, parecía que lo había hecho.
Solo pudimos celebrar por un año; allí es cuando comenzó a sentirse mal de nuevo. Los médicos descubrieron muy pronto que el cáncer había hecho metástasis en su estómago y pulmones. Necesitaba más cirugía y más quimio. Esta ronda era más difícil, e Iwona dejó ponerse en contacto y responder mis mensajes y llamadas telefónicas. No quería que sus seres queridos vieran lo enferma que estaba, y no cambió su parecer hasta el final, cuando estaba en terapia intensiva en el hospital. Iwona no parecía ella misma, aunque actuaba como si lo fuera, poniéndome por delante y preguntándome todo sobre mi familia. Cuando tuve que marcharme, me dijo que me quería. No quería despedirme, por lo que le dije que la vería al día siguiente.
Perder a Iwona fue doloroso, así como lo es el aniversario de su muerte cada año. Pero tengo la esperanza de que, al compartir su historia, pueda ayudar a educar a otras mujeres sobre los cánceres ginecológicos, para que no tengan que sufrir como mi amiga.
Los cánceres ginecológicos comienzan en los órganos reproductivos de las mujeres. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) explican que existen cinco tipos principales:
- Cáncer de cuello uterino, que suele estar causado por el virus del papiloma humano (VPH);
- Cáncer de ovarios, que causa más muertes al año que cualquier otro cáncer ginecológico en los Estados Unidos;
- Cáncer uterino, el cáncer ginecológico más diagnosticado en los Estados Unidos; y
- Cáncer vaginal y cáncer de vulva, que son poco frecuentes y, en conjunto, representan el 6% al 7% de todos los cánceres ginecológicos diagnosticados en los Estados Unidos.
Cada año, aproximadamente 89,000 mujeres son diagnosticadas con y más de 29,000 mueren por los cánceres ginecológicos, según los CDC. El tratamiento es más efectivo cuando se los detecta en su etapa inicial. Sin embargo, el cáncer de cuello uterino es el único de la lista con una prueba de detección preventiva, el examen de Papanicolaou, que comprueba el cuello uterino en busca de cambios celulares anormales que, si no se hallan y se tratan, pueden generar cáncer de cuello uterino. (Si eres mayor de 21 años, probablemente te suene conocido). También existe la prueba del VPH, que busca la infección del VPH que puede provocar cambios celulares anormales. Estas pruebas incluso pueden trabajar en conjunto. Por ejemplo, si tu examen de Papanicolaou resulta anormal, la prueba del VPH puede ayudar a determinar si el VPH provocó las células anormales en tu cuello uterino o si tu médico debe buscar algo más. La frecuencia de estas pruebas depende de tu edad y antecedentes médicos, por lo que asegúrate de hablar con tu médico o enfermera sobre lo que es adecuado para ti. Además, pregúntale por la vacuna contra el VPH. Puede ayudar a prevenir las infecciones de VPH que pueden causar cáncer de cuello uterino y cáncer vaginal o de vulva. La vacuna está recomendada para mujeres menores de 26 años.
Si bien el examen de Papanicolaou detecta únicamente el cáncer de cuello uterino y no existen pruebas de detección para otros cánceres ginecológicos, existen medidas que podemos tomar para protegernos o hallar estos cánceres a una etapa temprana. Puedes comenzar por aprender los síntomas de los cánceres ginecológicos. Recuerda prestar atención a tu cuerpo para saber lo que es normal para ti. Si algo cambia o no se siente bien, cuéntalo. Los síntomas pueden ser sutiles e incluir cualquier sangrado o descarga inusual, dolor de estómago o de espalda o sentirte llena demasiado rápido. Aprende a reconocer los síntomas de los distintos cánceres y utiliza el diario de síntomas de los CDC para llevar un registro de cualquier síntoma que notes. Si experimentas cualquier síntoma de la lista, o cualquier otro síntoma que sea inusual para ti, habla con tu médico o enfermera. Tú eres quien conoce tu cuerpo, por lo que no permitas que tú o alguien más descarte los síntomas.
Otra manera de disminuir la probabilidad de padecer cáncer ginecológico es conocer tus antecedentes médicos familiares. Conoce si ha habido cáncer u otra enfermedad grave en tu familia y habla sobre ello con tu médico o enfermera. Esta información puede ayudarte a decidir sobre las pruebas de detección, qué síntomas buscar y las medidas preventivas que puedes tomar.
Y, por supuesto, tomar decisiones saludables siempre que sea posible ayudará a fortalecer tu cuerpo. Elige alimentos saludables, por ejemplo, muchas frutas y vegetales; deja de fumar, si lo haces; mantén un peso saludable; y haz ejercicio con regularidad. Si necesitas un pequeño empujón en la dirección correcta, tenemos información para ayudarte a comenzar.
En conclusión, hay algunas cosas que escapan de nuestro control. Y la enfermedad de Iwona fue un recordatorio doloroso de que cualquier persona (familiares, amigos e incluso compañeras de trabajo que son como hermanas) pueden padecer un cáncer ginecológico. Nuestra mejor defensa es prestar atención a nuestro cuerpo, conocer nuestros antecedentes familiares, cuidarnos y hacer ejercicio con regularidad. Extraño a mi amiga todos los días, y espero que, al compartir su historia, menos mujeres tengan que pasar por ello. Compártela con tus amigas y familiares, incluso con tu compañera de trabajo favorita.