Impactos de la invisibilidad en las veteranas militares
Cuando estaba en la marina, alguien me dijo que nunca debía caminar sola por nuestra base en Irak. ¿Podrías creer que ni siquiera me pareció extraño en ese momento?
En la actualidad, me desempeño como investigadora dentro del área de la salud pública. Intento averiguar cómo facilitar el proceso de transición de la vida militar a la vida civil para las mujeres que están en las Fuerzas Armadas. Es un trabajo que hago con gran dedicación porque yo misma conozco los problemas de salud que conllevan las complicaciones de la transición. Creo que cuando hablamos de hacer menos problemática esta transición, el mayor obstáculo al que nos enfrentamos es el hecho de que las veteranas son invisibles.
En la Infantería de Marina, solemos decir, a modo de broma: "Sigamos a las masas", refiriéndonos simplemente a incorporar sin cuestionamientos el estilo y filosofía de vida impuestos. Todo es intenso y todos somos exigentes con los demás, pero también con nosotros mismos. Esto es particularmente evidente en el caso de las mujeres. Conformamos solo el 7 % de los infantes de Marina, aproximadamente. Debido a que somos tan pocas, una mujer las representa a todas y los estándares que nos imponen son brutales. No podemos cometer errores.
Cuando llegó el momento de terminar el servicio activo, regresar a la universidad y volver a convertirme en lo que consideraba "una mujer normal", creí que sería pan comido.
No fue así.
Cuando dejé la Infantería de Marina, me costó mucho desarrollar una nueva identidad. Algunas veces, yo fui mi propio obstáculo. Era joven y vivía con intensidad. Era muy exigente conmigo misma y sabía cómo acelerar, pero nunca supe frenar. Durante algún tiempo, esta actitud nos resulta útil a muchas de nosotras. ¿Pero qué ocurre si nunca bajas la intensidad?
Fuera del servicio militar activo, me resultaba imposible encontrar un nuevo entorno social que me sirviera de apoyo. Sentía que no encajaba en ningún ambiente, mucho menos en el de la comunidad de veteranos. No pensaba sentarme a bromear junto a viejos veteranos en el bar preferido de los miembros de Veterans of Foreign Wars. Tampoco me sentía cómoda en entornos de civiles; no tenía casi nada en común con las mujeres de las organizaciones locales.
Era rara.
Para la mayoría de las personas, el término veterano se asocia exclusivamente con hombres, especialmente si hablamos de alguien que ha estado en combate. Sin embargo, hay más de 1.6 millones de mujeres veteranas en Estados Unidos.
Las veteranas tenemos muchas de las mismas inquietudes que preocupan a nuestros colegas masculinos; sin embargo, también debemos lidiar con particularidades propias, especialmente cuando se trata de acceder a servicios luego de dejar el servicio activo. Nosotras también, al dejar las Fuerzas, nos encontramos con menos apoyo social, un importante factor de bienestar para la salud del ser humano. No puedo evitar pensar que estos obstáculos contribuyen al creciente índice de suicidios entre las veteranas.
Sin embargo, las mujeres militares son algunos de los mejores ejemplos de liderazgo basado en la resiliencia que hay en la sociedad. Entre nuestro grupo hay muchísimas propietarias de pequeñas empresas, tenemos un alto porcentaje de graduadas universitarias y muchas son políticas, como la senadora Tammy Duckworth. Conozco a veteranas que se retiraron del servicio activo con lesiones físicas y un historial de situaciones en las que fueron agredidas que crearon empresas y organizaciones sin fines de lucro orientadas a ayudar a otras luchadoras a obtener los servicios que ellas nunca recibieron. Una infante de Marina inició la Service Women's Action Network, que se dedica a luchar por cambios necesarios en las políticas; es el único grupo del país que aboga por las mujeres militares en servicio activo y las veteranas.
Creo que los trastornos de salud mental en la comunidad de veteranas se deben a la falta de unidad y apoyo, tanto como a la falta de acceso a buenos tratamientos. Por eso les pido que no nos ignoren. Que nos contraten. Que hagan espacio para nosotras en las organizaciones de veteranos, en sus campus, en sus hospitales de VA. Que valoren nuestras experiencias, sepan comprender nuestras necesidades particulares y demuestren un grado de interés que les impulse a integrarnos en el debate cuando planifiquen el siguiente proyecto de inclusión para veteranos.
Las mujeres militares son algunas de las personas más resilientes que conocerán. Si nos ayudan a dejar de ser invisibles, podrán cambiar el modo en el que vivimos la transición de la vida militar a la vida civil y garantizarnos un mejor estado de salud.